Los medidores de calor están diseñados pensando en su longevidad y cuentan con clasificaciones IP68 de resistencia al agua y al polvo. Están encapsulados en aluminio fundido o acero inoxidable robusto. El módulo electrónico utiliza componentes compensados por temperatura y los transductores ultrasónicos están encapsulados para protegerlos contra la corrosión provocada por impurezas en el agua. Se someten a pruebas de campo en los crudos inviernos del norte de China (-30°C a +85°C) para demostrar un rendimiento operativo estable durante décadas, lo que los convierte en ideales para un uso a largo plazo en entornos de calefacción exigentes.